La Abadía estrena «El arte de la comedia», una reflexión a la italiana del poder y la escena, con Carmen Machi, Enric Benavent y Pedro Casablanc
De Filippo la vida es puro teatro
Realismo italiano: Pedro Casablanc (el Gobernador) y Joaquín Hinojosa (el párroco), en escena
28 Enero 10 - Madrid - Miguel Ayanz
DÓNDE: Teatro de La Abadía. Madrid.
CUÁNDO: del 3 de febrero al 21 de marzo.
CUÁNTO: 20 euros. Tel.: 91 448 11 81.
Oreste Campese, empresario teatral, acude en busca de ayuda al despacho del Gobernador de la pequeña capital de provincias del norte de Italia donde actúa su compañía. Necesita que les eche un cable con su presencia en el teatro. Pero el Gobernador es un hombre muy ocupado. Muy digno, Campese rechaza la limosna que le ofrece. Su venganza tendrá tintes surrealistas: por el despacho del político desfilará una galería de personajes, desde una maestra hasta un párroco, con sus problemas, sin que el gobernador tenga claro si son reales o actores de la «troupe».
Así, con este juego teatral en el que realidad y ficción se fusionan llamado «El arte de la comedia», vuelve a nuestros escenarios Eduardo de Filippo (1900-1984), actor y dramaturgo imprescindible para conocer el devenir de la escena italiana, responsable de textos como «Filomena Marturano» (que a su vez se transformó en los cines en «Matrimonio a la italiana»).
Inédito en España
«Me llama mucho la atención que un texto así no se haya montado nunca en España, lo cual vuelve a dar pistas del nivel que tenemos», lamenta Pedro Casablanc, uno de los protagonistas de esta producción del Teatro de La Abadía que contará con un reparto de primera para celebrar, además, los 15 años del centro escénico que dirige José Luis Gómez. Y es que buena parte del reparto, desde Casablanc (el Gobernador) hasta Enric Benavent (Campese), Carmen Machi (la dueña del bar), Joaquín Hinojosa (el párroco) o José Luis Alcobendas (el secretario del Gobernador) son viejos conocidos de la casa.
Los dirige Alfaro, quien salta del enigmático léxico de su admirado Harold Pinter al realismo de De Filippo. Cuenta el director que será un montaje fiel al espíritu, ambientado en 1964 y en un despacho «con estufa de leña». «Era importante, porque De Filippo quiere transmitir una metáfora de la administración italiana», explica. Ha potenciado además otros elementos, como los escenarios del teatro que se le quema al protagonista: «Estamos ante ese teatro ambulante y popular de Campese, que es también el de la familia de De Filippo. Es una obra muy autobiográfica. Se quema la carpa y me parecía que con ella se perdía toda una vida». Mal aceptado por la crítica culta, pero también por el teatro comercial, recuerda Alfaro que al autor «le costó Dios y ayuda que le reconocieran en su país, porque venía de la revista y el bufón. No era ni Laurence Olivier ni Totó. Creo que con él se acaba una manera de sentir y vivir el teatro». O no del todo, porque fue su escuela la que inspiró a Dario Fo, su más ilustre seguidor.
Quien también tiene una relación que viene de largo con sus textos es Benavent: con «Nápoles millonaria» inauguró en 1994 el teatro Micalet de Valencia. Uno de esos sólidos actores a los que igual se les puede echar un Ibsen («El enemigo del pueblo») o un Shakespeare («Tito Andrónico»), por citar algunos de sus trabajos recientes, ve esta función como «un texto extraño: tiene un aire años 60, pero con un planteamiento diferente, y hay dos partes bien diferenciadas. En ellas van surgiendo temas. El primero es que el artista y el poder no se pueden entender. Pero también se pregunta si el teatro cumple o no un papel en la sociedad. Y eso afecta al propio Oreste, un hombre que está ya al final de su vida y con muchas dudas».
Para Benavent, «actor de tablas» («nunca fui a ninguna escuela», explica) «hay otros papeles con los que hace falta hacer esfuerzos, pero parece que de éste es difícil despegarse. Es como si Campese hubiera sido escrito para mí». Con matices, claro: «Campese es un pobre diablo, pero sabio, y tiene la dignidad que le da la estirpe y la carpa».
A Casablanc, aquí Gobernador, le se le ha visto recientemente en obras como «Marat-Sade», pero su relación con La Abadía se remonta a aquel «Retablo» de 1995. Cuatro años siguió en el centro, con obras como «El señor Puntila y su criado Mati», antes de seguir por libre. «La información que da este texto sobre el teatro, la historia y la literatura dramática es fundamental –explica el actor sobre la comedia–. Eduardo de Filippo fue un grande. Y este texto, más allá de ser una comedia sarcástica con mucha hiel, sobre el mundo del teatro, de la apariencia, es una obra maestra»
Fuente: http://www.larazon.es/hemeroteca/7056-de-filippo-la-vida-es-puro-teatro
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